Por Rodolfo Carrizo *
La muerte de Facundo Molares es un asesinato.
La violencia manifiesta de la policía no es un hecho casual. Se trata de una muerte política e intencional.
Es una muerta que golpea al corazón de la familia de Facundo, pero también a los militantes populares y sociales, que siempre se rebelarán ante la injusticia que impone un orden asimétrico con los más pobres; los mas débiles.
Se lo mató como a George Floyd en Estados Unidos por ser negro. Se lo asfixió y se lo humilló como cuerpo y persona.
Su muerte no deja de ser un mensaje que emite un modelo de impunidad de los poderosos sobre los débiles; de los que quieren un modelo de disciplinamiento de las luchas populares, donde, si te rebelás, te encarcelan o te matan.
La muerte de Facundo, como la de (Rafael) Nahuel y la de Santiago (Maldonado), son muertes premeditadas de un modelo de valores que atenta por sobre todos los derechos sociales y humanos que tanto costó conquistar en la Argentina.
La policía cumplió con una orden de la política del gobierno de Rodríguez Larreta, que entiende que la represión ordena, educa, disciplina, y que al igual que la dictadura militar se engolosina con la consigna «el silencio es salud».
Pero aún así, en este inmenso dolor de su muerte, de este presagio de inmoralidad de que si ganan serán «el orden», hay que defender la democracia.
Tenemos que defendernos de ese «orden» que es violentar los derechos, el presente y el futuro.
Nosotros seguiremos diciendo Memoria, Verdad, Justicia, Soberanía y Paz.
*Presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) – La Plata