Gran docente, enorme pediatra y mejor persona, la doctora María Alicia Marini -para todos, Marita- renunciará este lunes al cargo de vicedecana de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, el cual asumió a principios de 2018 como prenda de unidad, tras desatarse una inesperada interna por el decanato en el grupo que hoy conduce la alta casa de estudios.
Dueña de una sencillez y austeridad muy difíciles de hallar en alguien con una trayectoria tan prolífica y destacada, su simpleza, simpatía y don de gente se extrañarán en los pasillos del edificio de 120 y 60.
No obstante, seguirá dictando clases como profesora titular de la Cátedra de Pediatría B -cargo docente que ganó por concurso en 2002 y revalidó hasta hoy-, aunque seguramente y por segundo año consecutivo, a distancia.
Marita Marini, ex directora de la ex Casa Cuna y médica multipremiada, deja el vicedecanato porque siente que cumplió “con lo que debía hacer”. Es que la profesional, referente platense y a nivel nacional en pediatría, es muy poco amiga de los cargos, y sobre todo de quienes los usan sin fines altruistas, con el único objetivo de ocuparlos y ya.
Pero como mujer de fuertes convicciones y valores profundamente democráticos, en el año 2013 decidió ser una de la cabezas de una cruzada que parecía imposible. En ese entonces, la agrupación de profesores Hoja de Roble llevaba más de dos décadas al frente de la facultad y parecía, literalmente, invencible. Ella lideró la lista opositora en la elección del claustro docente y estuvo “a nada” de ingresar al consejo directivo.
Marita Marini fue y es la única mujer titular de una Cátedra de Pediatría en la historia de la Facultad de Medicina (UNLP) y la primera mujer que dirigió el Hospital Zonal Especializado “Dr. Noel H. Sbarra”
Desde entonces no dejó de trabajar, de aunar voluntades en todos los claustros, siempre apelando al diálogo y al consenso, para intentar cuatro años más tarde -nuevas elecciones mediante- llegar al gobierno de la facultad con el fin de “humanizar a la medicina” y, por ende, a “su sistema de enseñanza”.
Para entonces, Hoja de Roble, ligada históricamente al ingreso restrictivo y a un estilo de conducción que muchos calificaban como “distante” para con los alumnos, ya había cumplido un cuarto de siglo en el poder. Fue el año del cambio de mando en la casa de altos estudios del Bosque.
Pronto, a Marita Marini, pieza clave de ese armado interclaustros que logró un triunfo impensado, la vida la puso ante un nuevo dilema. Fiel a su estilo, había adelantado que no iba a ocupar cargo alguno. Pero una inesperada interna en la coalición, a raíz de que imprevistamente surgió un competidor del doctor Angel Basualdo, postulante “natural” al decanato en ese momento, hizo que el teléfono de la pediatra no dejara de sonar en ningún momento de ningún día. No sólo había “cola” para solicitarle que mediara, sino que no pocos le pidieron que sea ella la decana. Pero fiel a sus principios, respetó a rajatabla los acuerdos originales y dijo que no. Sólo accedió, como prenda de unidad, al vicedecanato. Ahora siente que ya cumplió su labor.
Un solo ejemplo de su idea de humanizar la medicina y su enseñanza se encuentra en el hall de ingreso al edificio, donde creó un espacio de lactancia para las alumnas con niños de pecho.
El año de la pandemia y unas palabras que pronunció cierta vez su admirado Pepe Mujica no fueron del todo ajenos a la decisión de Marita Marini. “Él dijo que hacer política es estar cerca de la gente y no en los despachos (…) Es muy difícil pensar que podemos enseñar materias como pediatría por zoom”. No poder mimar a la madre, que el alumno o alumna no puedan mirarla a los ojos, no aupar al bebé o a la beba, no sentir la tonalidad de su llanto…“¡No está bueno!”, exclamó.
Su costumbre de ir a la facultad caminando, observando detalles casi ocultos de su amada La Plata, pasar frente a la cancha de su (otra) gran pasión en la vida, como el Club Gimnasia y Esgrima, ya no serán rutinas diarias antes de entrar a la facultad. Se la extrañará y mucho, como aquella vez que se jubiló como directora del Hospital Noel Sbarra (Casa Cuna), donde hizo escuela.
Sobrina de Anselmo Marini, gobernador bonaerense durante la presidencia de Don Arturo Illia, cursó el primario en la Escuela 4 y el secundario en el Normal 3.
Se graduó como médica en la facultad local en 1978. Comenzó la carrera docente como ayudante-alumna, hasta que en 2002 ganó el concurso de profesora titular de la Cátedra de Pediatría B.
Casada con el cardiólogo Elías Sisú, tiene dos hijas también médicas, Laura y Guadalupe, y una nieta de un año, Martina.
En la ex Casa Cuna comenzó a trabajar en 1982, cuatro año después de recibirse y tras la residencia. Ingresó como médica de planta, fue jefa del Servicio de Pediatría, directora asociada junto con el doctor Luis García Azzarini, hasta que en 2002, el mismo año en que ganó el concurso de profesora titular en la facultad, fue designada directora ejecutiva del ya denominado Hospital “Dr. Noel H. Sbarra”.
En ese centro de referencia a nivel local y provincial estuvo 34 años en total y 14 como directora ejecutiva, acompañada por su colega y amiga, Liliana Micsinsky, y después por Ignacio Goñi. En noviembre de 2016, se jubiló. Dejó una huella imborrable, tanto como profesional como por su infinita calidez humana.
Fue nombrada “Mujer Destacada” de la Provincia a principios de aquel 2016: sólo una de las numerosas distinciones que recibió en el ámbito local y nacional.
Desde 2017, Marita Marini se dedica a una temática tan actual como compleja y comprometida: los chicos huérfanos producto de los femicidios, un costado olvidado de ese flagelo. No se detendrá.
Enorme tristeza. La historia argentina no ha sido generosa con las mujeres que intentaron dejar su marca. Siempre cuesta más. Siempre aparecen más peros. Siempre aparece la situación que torna la balanza para un lado y lo justo se vuelve injusto. La nota la muestra como es. Lamento enormemente que nuestra universidad pierda a una de sus mujeres de mayor referencia para los distintos claustros. En una organización que se dice feminista, con mayoría de mujeres, tenemos los índices más bajos de mujeres en espacios de conducción de las universidades públicas. Conducida actualmente por hombres en sus lugares estratégicos, perder una vicedecana de la altura y ética de Marita es sin dudarlo un retroceso. Ojalá.sirva para que nuestra comunidad universitaria se pregunte que sucedió y trate de remediar estas situaciones que cada día más se tornan injustificables e intolerables.