El balotaje en Perú se llevó a cabo el domingo 6 de junio. Increíble pero real, recién un mes y 13 días después, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) proclamó presidente electo al maestro rural y líder campesino Pedro Castillo, un marxista que fue votado por casi todos los pobres de su país y que desde el minuto uno tras los comicios recibió un ataque virulento de la ultraderecha y del poder económico.
Castillo no lo tendrá sencillo. El fujimorismo que lidera su oponente en el balotaje, la ultraderechista Keiko Fujimori (hija del ex dictador Alberto Fujimori, en prisión por crímenes de lesa humanidad y corrupción); los ex militares que llamaron a voltearlo si ganaba la elección; la rancia clase dominante peruana, y la derecha ultraliberal cuyo máximo vocero es el escritor y Premio Nobel Mario Vargas Llosa, harán todo lo posible para que Castillo no pueda avanzar con su plan de profundas reformas que apuntan a dar vuelta la torta en una nación que ostenta una desigualdad social tan antigua como profunda.
De hecho, la demora en ser consagrado presidente electo cuando falta nada para su asunción, programada para el 28 de julio, tuvo que ver con una estrategia opositora que presentó decenas de impugnaciones ante la junta electoral: todas sin pruebas.
Pese a que los observadores internacionales de los EEUU, la Unión Europea y hasta de la OEA -gran responsable en el golpe de Estado en Bolivia- dijeron una y otra vez que el proceso electoral había sido impecable, las clases altas residentes principalmente en Lima, la mafia fujimorista y los ultraliberales fogonearon esa táctica dilatoria en busca de generar un conflicto social que permitiese anular la elección. Los ex militares lo dijeron sin pelos en la lengua.
Incluso participó del boicot, desde la prisión, el monje negro de la dictadura de Alberto Fujimori, el siniestro Vladimiro Montesinos, a quien Keiko supo llamar “tío Vladi” en su época de primera dama, lugar al cual llegó a los 19 años después de que su padre, en ejercicio de la presidencia, echara a su madre de la residencia oficial de manera violenta porque la mujer se animó a denunciar actos de corrupción.
Es que el plan de Castillo incluye una reforma constitucional -la carta magna vigente se elaboró durante la dictadura de Alberto Fujimori- que plasme un conjunto de normas tendientes a cambiar las relaciones de poder en el país.
En rigor, apunta a empoderar a la población mayoritaria pero histórica y tremendamente marginada en el país andino, es decir, las comunidades aborígenes, andinas y campesinas. No por nada el presidente electo ha dicho que su ejemplo era la Bolivia de Evo Morales.
También quiere ponerle los puntos a las grandes multinacionales extractivistas, darle forma a un Estado intervencionista que equilibre la balanza social y económica, universalizar la educación pública y el acceso a la salud, entre otras cosas.
Primera mujer vicepresidenta
El organismo electoral también proclamó a Dina Boluarte como primera vicepresidenta del Perú para el periodo 2021-2026.
“A nueve días del cambio de gobierno, el Jurado Nacional de Elecciones proclamó a Pedro Castillo, del partido Perú Libre, como el ganador de la segunda vuelta presidencial y futuro presidente del país para el periodo 2021-2026”, resaltó el diario peruano La República.
“En la ceremonia, que inició después de las 19 horas (del lunes 19 de julio), estuvieron presentes la primera ministra, Violeta Bermúdez, el jefe de la ONPE, Piero Corvetto, representantes de las misiones de observaciones internacionales y los miembros del pleno del JNE”, agregó.
Y finalizó: “Asimismo, el mandatario electo se conectó a la transmisión virtual a mitad de la ceremonia y pudo escuchar cómo el presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Jorge Luis Salas Arenas, lo declaraba como el próximo jefe de Estado del Perú”.