A contramano de quienes afirman que en el peronismo no existe autocrítica, la primera aparición de Sergio Massa como flamante y empoderado ministro de Economía significó una reformulación del rumbo económico, pero sobre todo político. Una clara especificación de los objetivos de la etapa, que mucho más que un decálogo de buenas intenciones fue un detalle de errores propios del gobierno y mecanismos para alcanzar esas metas.
Massa cuidó especialmente el marco de su primera aparición como flamante director técnico de la administración del Frente de Todos. Escogió un marco inusualmente poblado para su jura y sus primeras definiciones en un gesto de autoridad con el cual buscó diferenciarse de sus antecesores, en especial de Silvina Batakis, con la cual compartió, no obstante, muchos de los principales lineamientos de gestión.
El otro aspecto destacado de su presentación fue ubicar a la Argentina en un contexto mundial que si bien la favorecería en el mediano y largo plazo, en el corto requiere de nuevos esfuerzos debido a la mayor crisis internacional desde el fin de la Guerra Fría, con una reformulación del poder mundial del que apenas estamos observando los albores.
Es claro que en este escenario advirtió sobre la enorme fragilidad del sector externo, producto de un contexto financiero mundial desfavorable, pero también por notorios errores de gestión que impidieron sumar los dólares necesarios para enfrentar la presión de los factores de poder que necesariamente iban a aprovechar cualquier debilidad para tratar de sumar para su propio beneficio.
Por eso Massa, luego de reafirmar su autoridad para enfrentar la nueva etapa con el respaldo de las principales espadas del Frente de Todos, pasando por el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, los gobernadores y la gran mayoría de la variopinta estructura que conforma la coalición de gobierno, fijó las prioridades de lo que será su gestión.
Otro punto saliente de la presentación iniciática del flamante ministro fue la caracterización de Argentina: «No somos un país rico, la riqueza la tenemos que construir entre todos y todas. Y eso incluye a Gobierno y oposición; a empresarios y trabajadores; al campo y la industria; a organizaciones sociales y de la sociedad civil. Todos tenemos que pensar qué ponemos en este momento para ayudar a la Argentina». Así buscó derrumbar el viejo mito de la nación decimonónica que se ubicaba entre los países más poderosos del mundo, pero que quedó definitivamente enterrada con la crisis de los años 30, es decir, hace casi un siglo.
Así delineó los cuatro ejes que lejos de apuntar a improbables devaneos estructurales buscó poner los pies sobre la tierra, rechazando cualquier solución mágica -“no soy el salvador”, dijo- y poniendo el acento en la gestión, en especial en el ordenamiento de una administración que hasta ahora había pecado de medidas incongruentes y hasta contradictorias por la falta de una orientación clara.
Gestión, gestión y gestión
Lo dicho, Massa viene más a ordenar que a transformar, pero lo hace teniendo en cuenta la distribución, con una mirada en los sectores más postergados de la población, a los que ya anunció que buscará incluir con recursos específicos. Una visión de claro contenido peronista, con la que busca diferenciarse de una posible administración opositora a la cual no se privó de cuestionar a la hora de asignar responsabilidad por el actual momento económico.
Por eso, en el primer ítem de su esquema de gestión, enumerado en una imagen que sirvió como decorado a su presentación, figura el orden fiscal. Y allí coincidió con Batakis en que se cumplirá con la meta del 2,5% de déficit primario establecida por el Presupuesto nacional y acordada con el FMI. Pero además fue más severo respecto a la reasignación de gastos porque se comprometió a no utilizar adelantos del Tesoro en lo que resta del año, y anunció que el lunes 8 de agosto se hará un reintegro por 10.000 millones al Banco Central.
También ratificó otro anuncio de ajuste hecho por Batakis.como el congelamiento en la planta del Estado y la suspensión de ingresos para todos los sectores de la administración pública nacional centralizada, y sumó que cada jurisdicción se hará cargo de las empresas descentralizadas, presentando una declaración jurada todos los meses, mientras que el INDEC publicará el seguimiento de estas declaraciones.
Y lo más controvertido en materia de ordenamiento fiscal fue el tema de los subsidios, donde consideró que cuatro millones de hogares argentinos renunciaron a los subsidios, dejando de lado ampliar el plazo de inscripción para lograr ese beneficio con el que se había especulado largamente.
Pero además, entre los nueve millones de hogares que sí pidieron su continuación, se promoverá el ahorro por consumo. «En luz se subsidiará hasta 400 kilowatts (no aclaró si en forma mensual o bimestral); en materia de gas la quita seguirá la misma lógica, y en agua la aplicación de la quita por segmentación se iniciará en septiembre. «No podemos seguir con un esquema en el que quien más gasta más subsidio se lleva», explicó el flamante titular de Economía.
A la caza de dólares
Junto con el orden fiscal, otra de las patas enumeradas por Massa como basamento de su gestión es la búsqueda de dólares, y su primera definición al respecto fue que no devaluará, porque ello implica “un empobrecimiento general del país”.
En cambio, se fija como prioridad sostener el superávit comercial y para ello se promoverán acciones tendientes a que quienes tienen acumulados dólares producto del comercio exterior los liquiden mediante regímenes especiales para sectores específicos, como ya se anunció para la agroindustria, pero extendido también a la minería, los hidrocarburos y la economía del conocimiento. Y si bien no especificó medidas concretas, no se descartan incentivos fiscales como la reducción de derechos de exportación para el incremento de la producción y las exportaciones.
Al mismo tiempo se promoverán medidas largamente reclamadas para combatir las maniobras de triangulación que permiten la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. Es decir, se incrementarán los controles sobre el comercio exterior con la novedad de que se abre un período de 60 días ante la Aduana para que las empresas que han apelado a este mecanismo regularicen su situación, en caso contrario se los denunciará ante la Justicia argentina y ante la Unidad Antilavado de los Estados Unidos.
Además, con el objetivo de promover las exportaciones se creará un programa de crédito a tasas promocionales y un esquema de garantías para primeros exportadores.
Todo esto en un marco de un sistema de trazabilidad del comercio exterior, con el objetivo de obtener mayor control y transparencia en el uso de divisas para importaciones, desde la solicitud hasta la liberación de su utilización.
En cambio, al menos por ahora no se anunciaron medidas concretas para el turismo, una de las ventanas por la cuales se genera una enorme sangría de dólares, ni tampoco se proponen opciones para los ingresantes al país, que al usar el mercado paralelo no dejan en las arcas oficiales los fondos necesarios para impedir que este rubro sea deficitario.
Se buscan recursos
Entre las medidas salientes enunciadas por Massa figura también el fortalecimientos de reservas, con un original sistema de adelanto de exportaciones con las cadenas de valor de la pesca, del agro, de la minería y otros, que ingresarán en los próximos 60 días por un total de cinco mil millones de dólares que pasarán a engrosar las reservas del Banco Central. Así se busca frenar el drenaje de divisas que está en el origen mismo de la corrida especulativa del último mes y medio.
Además se tratará de apurar el desembolso por 1.200 millones de dólares con organismos internacionales por programas vigentes y en estudio. Asimismo, se completa un nuevo programa con la Corporación Andina de Fomento con un desembolso por 750 millones de dólares adicionales.
También, para fortalecer las reservas y mejorar el perfil financiero externo se propondrá la recompra de deuda soberana, que apunta a revalorizar a los alicaídos bonos argentinos en el exterior. Al respecto Massa aseguró que tres instituciones financieras internacionales y un fondo soberano se ofrecieron. Se resolverán en las próximas tres semanas.
Por último, se informó que se mantienen conversaciones con el FMI para continuar con los desembolsos previstos y encarar los desafíos de la nueva etapa de gobierno. Es decir se buscará cumplir con las condicionalidades del crédito vigente con el organismo y sumar fuentes de financiamiento externo para mejorar la disponibilidad de reservas y divisas.
La cuestión más espinosa
El último rubro en que basó su estrategia Massa fue el de desarrollo con inclusión social, el tema que se presenta como el más espinoso y que ya generó las primeras protestas y el anuncio del posible alejamiento del Frente Patria Grande que lidera Juan Grabois y que integran los diputados Itai Hagman, Federico Fagioli y Natalia Zaracho al Frente de Todos, lo que causaría una baja gigantesca en momentos en que el equilibrio de fuerzas no es precisamente favorable al oficialismo en la Cámara Baja. Según argumentaron, su enojo se debe a que con las nuevas medidas no se están defendiendo los intereses populares.
Más allá del descontento de este sector, el gobierno anunció que el 10 de agosto, junto con el índice de movilidad jubilatoria, se concretará un refuerzo que ayude a los jubilados a superar el daño de la inflación.
En materia de trabajo se convocará el jueves 11 de agosto a entidades empresarias y de trabajadores para asegurar un mecanismo que permita recuperar ingresos en trabajadores del sector privado, que incluye la mejora de las asignaciones familiares.
Y otra medida que generará profunda resistencia de los sectores beneficiarios: se dispondrá un reordenamiento de planes sociales durante los próximos 12 meses con foco en tres ejes, como la vuelta al mercado de trabajo, el fortalecimiento de cooperativas y la protección en caso de situaciones de vulnerabilidad.
Además se dispuso que a partir del 15 de agosto comenzará una auditoría en las instituciones sobre los alumnos, y a quienes no cumplan con los parámetros se les suspenderá el plan. En paralelo, la liquidación se cruzará con las bases de datos de la ANSES.
No resulta asombroso para nadie que hay sectores sociales que no pueden soportar ningún ajuste adicional y es tarea imperiosa poder contenerlos
Por otro lado, bajo la denominación de Crédito Argentino se unificarán los programas de crédito en una sola línea, para todas las políticas de promoción del crédito para los sectores productivo y pymes en particular. Además, para fin de año se habrá aplicado un total de $400 mil millones para sostener el trabajo y el crecimiento argentino.
También Massa anunció que se licitará el segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner con financiamiento privado, y se iniciará un programa para formar a 70 mil nuevos programadores en los próximos 12 meses. Asimismo, se lanzará un canje voluntario para los vencimientos en pesos de los próximos 90 días, que finalizará el martes 9 de agosto, para el cual hay «compromisos de adhesión de más del 60%», un punto clave para despejar la incertidumbre respecto al cumplimiento de las obligaciones en pesos.
Por último, el flamante ministro llamó a los distintos bloques del Congreso para el rápido tratamiento de las leyes que benefician en términos impositivos a la construcción, a la bio y la nanotecnología, a la agroindustria y a la industria automotriz. Y por último convocó a la Mesa de Enlace para sentarse a trabajar juntos para el desarrollo de un sector tan potente que integran los productores argentinos.
En cambio, si bien Massa se preocupó de aclarar que la lucha contra la inflación está a la cabeza de sus prioridades, reconoció que tanto el mes de julio como el de agosto serán los de mayor inflación del año, es decir que admitió tácitamente que los guarismos se ubicarán por encima del preocupante 6,7% registrado en mayo, pero evitó anunciar algún plan de estabilización que, según los expertos, quedó en gran parte condicionado a que efectivamente se desahogue el frente externo con la llegada de los fondos combinados que prometieron bancos, productores y organismos internacionales.
Durante los últimos meses se insistió en que las disputas internas dentro del Frente de Todos respondían a una lucha por el poder. En cambio, en las últimas horas quedó más claro que nunca que la verdadera disputa pasaba por el rumbo, y principalmente por la eficiencia de la gestión. Un cuestionamiento que Cristina inmortalizó con su frase “funcionarios que no funcionan”.
Y es que hay conceptos básicos que hacen a cualquier administración, como ser que si hay un faltante se debe controlar al máximo su utilización. Y es claro que durante estos años de cepo estricto no se controlaron las divisas como se debía, y de allí la promesa de Massa de “cuidar los dólares que son de todos los argentinos”.
Es claro que más allá de concepciones ideológicas, un gobierno debe ser eficaz en el manejo de la cosa pública, para luego aspirar a tener objetivos más ambiciosos. Así lo hizo Kirchner con su famosa “libretita de almacenero”, que básicamente permitió ordenar la economía, una base para todos los logros ulteriores.
El oficialismo encara la ardua tarea de asumir la compleja coyuntura actual -más que apegado a dogmas ideológicos o metodológicos- con un pragmatismo que busca sumar herramientas ortodoxas como el control del gasto o la paulatina quita de subsidios, con otras heterodoxas, como la promoción de las pymes, la profundización de los controles al uso del dólar y los créditos subsidiados para determinados fines.
Es una propuesta ambiciosa y audaz de alguien que hace toda su apuesta política a gestionar en forma eficiente, con el objetivo de crear riqueza y poder distribuirla. No es poco para un país atribulado por la incertidumbre y en un mundo que soporta su crisis más severa en 60 años.