Por Carolina de Soto.-
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador / Todo es igual, nada es mejor / Lo mismo un burro que un gran profesor / No hay aplaza’os, ¿qué va a haber? Ni escalafón / Los inmorales nos han iguala’o (Cambalache – Enrique Santos Discépolo – 1934)
¿Por qué, a medida que pasa el tiempo, cada vez más incompetentes llegan a cargos relevantes? Con una mano (o las dos) en el corazón: ¿no se han hecho esta pregunta alguna vez? ¿Y, sobre todo, desde el 10 de diciembre de 2023?
¿Cómo han llegado al Congreso de la Nación youtubers que no saben hablar ni argumentar? ¿Cómo es que ocupan ministerios y otros lugares claves en el Gobierno nacional, en muchos ejecutivos provinciales y municipales personas sin capacidad alguna para el cargo?
Hay ejemplos de sobra y la intención no es confeccionar una lista negra (cada cual, sabe). Pero creo que se ha cruzado peligrosamente una línea que nos lleva a mirarnos y a cuestionarnos a nosotros mismos: ¿Qué votamos? ¿Lo hacemos a conciencia o sólo guiados por sentimientos tan primarios como el odio o el resentimiento?
¿Cuándo decidimos, como sociedad, cambiar a Raúl Alfonsín (diputado nacional 1963-1966 y 1973-1976) por Lilia Lemoine? ¿A Cristina Fernández de Kirchner (senadora nacional 2005-2007 y 2017-2019) por Carolina Losada? ¿A Lisandro de la Torre (senador nacional 1932-1937) por Luis Juez? ¿A Florentina Gómez Miranda (diputada nacional 1983-1991) por Oscar Zago?
¿A John William Cooke (diputado nacional 1946-1952) por Lourdes Arrieta? ¿A Alfredo Palacios (tres veces diputado de la Nación) por Cristian Ritondo? ¿A Arturo Frondizi y Antonio Cafiero por María Eugenia Vidal y Rodrigo de Loredo?
¿Nos da lo mismo el industrialismo y la austeridad y honestidad brutales de Arturo Illia que el industricidio, el endeudamiento eterno y fuga y la corruptela de Mauricio Macri? ¿Perón que Milei? ¿Evita que Sandra Pettovello?
La lista es infinita. Y las comparaciones odiosas. Aunque como ya cruzamos la delgada línea roja, creemos que necesaria.
Apelaremos a una investigación y conclusión científica para tratar de entender (si es posible hacerlo).
El Efecto Dunning – Kruger
«Hay personas que no son conscientes de su ignorancia y pretenden dar una impresión de dominio que suele resultar exagerada. No es sencillo valorar su grado de conciencia sobre sí mismas y hasta dónde perciben su falta de desempeño respecto a un tema concreto.
«En la década de 1990, David Dunning y Justin Kruger investigaron esto: hasta qué punto las personas incompetentes eran incapaces de saber que lo eran debido, precisamente, a su propia incompetencia.
«Analizaron la premisa siguiente: aquellas personas con conocimientos limitados sobre alguna temática no sólo generan conclusiones equivocadas incurriendo en errores constantes, sino que su propia incompetencia les inhabilita para darse cuenta.
«Para estos psicólogos, este sesgo era el resultado ‘del error en la percepción de uno mismo, de un fallo en la metacognición’.
«En sus investigaciones, Dunning y Kruger seleccionaron un grupo de estudiantes y los evaluaron en gramática, sentido del humor y razonamiento lógico. Una vez hecho el test, pidieron a los estudiantes que se pusieran nota a sí mismos de 1 a 10 con respecto a la forma en que habían contestado la prueba.
«El resultado que obtuvieron fue que la mayoría de los estudiantes se evaluaron por encima de la media de su prueba. Lo curioso de dicha autoevaluación fue que los menos preparados para hacer ese test fueron los que más sobreestimaron sus capacidades y más nota se pusieron. Por el contrario, los estudiantes con mayor competencia subestimaron sus habilidades y se calificaron por debajo de su nota real.
«Sin embargo, esto no fue lo más llamativo. Cuando los estudiantes recibieron las respuestas a las preguntas de las pruebas, se les pidió que hicieran una nueva autoevaluación de su desempeño. Los más competentes emitieron un juicio acorde con los resultados. Por su parte, los más incompetentes no cambiaron el juicio que habían hecho en la primera evaluación.
«Teniendo en cuenta esto, Dunning y Kruger llegaron a las siguientes conclusiones:
- Las personas incompetentes tienden a sobreestimar sus capacidades de manera bastante pronunciada.
- A las personas incompetentes es imposible explicarles o hacerles entender el nivel de su incompetencia.
- El único modo efectivo que existe para no ser víctima del síndrome Dunning-Kruger consiste en aumentar nuestro propio conocimiento”.
En un video que explica muy didácticamente el Efecto Dunning-Kruger, se afirma que, como el público necesita certezas, en un debate público entre alguien incompetente y con ínfimos conocimientos pero que (por esos mismos motivos) se muestra seguro de lo que dice; otro con estudios que, precisamente por saber más, duda de algunas cosas, y un maestro con amplios conocimientos que, por lo tanto, expresa sus opiniones con cierta reserva, ganará ante el público el primero de ellos.
Y llegará a una intendencia, a una gobernación, al Congreso de la Nación o a la mismísima Casa Rosada.
Fuentes consultadas: Mujeres con ciencia; Psiquion