“Según los informes, Pfizer no sólo ha buscado protección de responsabilidad contra todos los reclamos civiles, incluso aquellos que podrían resultar de la propia negligencia de la compañía, sino que ha pedido a los gobiernos que aporten activos soberanos, incluidas sus reservas bancarias, edificios de embajadas y bases militares, como garantía contra juicios», por ello es “comprensible” que muchos países se hayan resistido a aceptar sus excesivas demandas.
No lo dijo Alberto Fernández ni la ministra de Salud Carla Vizzotti, tampoco Sergio Massa ni Máximo Kirchner, ni siquiera el verborrágico Aníbal Fernández ni el -para algunos- polémico Sergio Berni. Lo afirmó el diario estadounidense The New York Times, uno de los más reconocidos e influyentes medios de comunicación del mundo, sino el más.
Y lo hizo en una editorial titulada El mundo necesita muchas más vacunas contra el coronavirus. Aquí vale una aclaración. “Un editorial es un artículo que expresa la opinión de un medio de comunicación -como un periódico o una revista- sobre un tema determinado, generalmente de actualidad. Al representar la opinión del medio, el editorial habitualmente va sin firma, aunque a veces está escrito por el director o la directora del medio” (National Geographic España).
No es una aclaración menor. El sábado 24 de abril, en la columna Opinion – The Editorial Board (Opinión – El Consejo Editorial), el emblemático periódico estadounidense se refirió a las demandas excesivas hechas por el laboratorio Pfizer a algunos países para venderles su vacuna contra el coronavirus y consideró “comprensible” que estos se hayan resistido a aceptarlas.
El Gobierno argentino, que recientemente retomó las complejas negociaciones con el gigante farmacéutico Pfizer por las vacunas contra el Covid-19, así como el de Brasil, son dos de tantas naciones que se han negado a aceptar las demandas de Pfizer.
En otro tramo de su editorial, The New York Times cita el informe publicado en febrero último por la organización británica Bureau of Investigative Journalism (Oficina de Periodismo de Investigación), que se refiere a las acusaciones hechas a Pfizer de “intimidar” a gobiernos latinoamericanos, entre ellos a los de Argentina y Brasil, en las negociaciones para adquirir su vacuna anti-coronavirus.
Por caso, el periodista argentino de la Agencia Paco Urondo, Santiago Gómez, tuvo acceso en Brasil al pliego de condiciones que Pfizer puso sobre la mesa del Ejecutivo de ese país. Tres de esos puntos van en línea con lo que informó The New York Times en su editorial del 24 de abril, donde los calificó de “excesivos”, al punto de considerar que el rechazo de los países era “comprensible”.
Un punto decía que (Pfizer) se desligaba de toda responsabilidad ante posibles demandas futuras; otro, que la empresa no se hacía responsable de retrasos en la entrega, y, el peor de todos, que (Brasil) perdía la inmunidad de soberanía sobre todos sus activos, incluyendo al Banco Central.
DE CIPAYOS Y TILINGOS (Y MUCHO DINERO)
Solamente 72 horas después de que el prestigioso medio neoyorquino publicara su fuerte editorial, una de las mayores exponentes de la ultraderecha argentina, Patricia “Messias” Bullrich, actual presidenta del Pro y mano derecha de Mauricio Macri, se sentó a la mesa del estudio del canal La Nación+ con periodistas “amigos” para lanzar furibundas críticas al Gobierno argentino a causa de su negativa a aceptar las condiciones de Pfizer.
Bullrich, lejos de parecer una dirigente política argentina, cumplió el papel de defensora a ultranza de los intereses del gigante farmacéutico. “Pfizer no pidió cambio a la ley, lo único que pidió fue un un seguro de caución, como se lo pidió a todos los países del mundo, que es algo razonable”, dijo. Los editorialistas de The New York Times, diario tan estadounidense como el mega laboratorio farmacéutico, opinan exactamente lo contrario. Raro.
(En esta nota no abordaremos su propuesta de entregar a cambio de vacunas de Pfizer las Islas Malvinas, la cual ya fue ampliamente cubierta por 90lineas.com mediante las notas Bullrich canjearía las Islas Malvinas… y Las declaraciones de Bullrich…).
“Hay tremendas oportunidades (de negocios) en el mercado actual (el de la pandemia global). En mis 44 años en el mundo de las finanzas nunca experimenté nada como esto. Cuando salgamos de esta crisis, el mundo será diferente” (Larry Fink, CEO del fondo buitre BlackRock, uno de los principales accionistas de Pfizer)
El cipayismo y la tilinguería han sido una constante en la historia política argentina. No obstante, algunos dicen que nunca alcanzaron la exposición pública que tienen hoy. Hay quienes asocian esto con el furor de la “política mediatizada”, y quienes, sin descuidar ese aspecto, hacen mayor hincapié en que “la ultraderecha ya no oculta que trabaja para intereses que no son los del país ni los de la mayoría de su población”.
Repasemos. Primero. Políticos, políticas y “periodistas” de grandes medios dispararon contra la cuarentena más larga del mundo, y cuando -para su pesar- la ampliación del paupérrimo sistema de salud pública que se llevó a cabo en esa -es cierto- larga cuarentena logró que nadie se quedara sin una cama y un respirador durante la primera ola de Covid, cambiaron el discurso al ritmo de las encuestas, que mostraban una opinión mayoritariamente favorable de la población acerca del manejo de la pandemia por parte del Gobierno.
Segundo. La mal llamada vacuna rusa. El ataque al acuerdo con Rusia para adquirir la Sputnik V fue tan virulento que llevó a mentir deliberadamente en cámara a un periodista y médico que, hasta entonces, uno imaginaba menos comprometido con la jugosísima “pauta” de los grandes laboratorios farmacéuticos del mundo. La biblia de la medicina mundial, la revista The Lancet, habló maravillas de la Sputnik V. Entonces, tuvieron que buscar, otra vez, un nuevo flanco para atacar.
Tercero. Lo hallaron en la escasa cantidad de vacunas que llegaban al país y en la lentitud del plan de vacunación. Y de repente, la Canciller alemana Angela Merkel -junto a sus pares de Francia, Emmanuel Macron, y de España, Pedro Sánchez, entre otros- salió con los tapones de punta contra las grandes farmacéuticas por el incumplimiento en la entrega de vacunas, y hasta dijo públicamente que su país le iba a pedir permiso a Rusia para fabricar la Sputnik.
¿Entonces? Mientras la ultraderecha se relame esperando que el sistema de salud colapse (algo que, lamentablemente, podría suceder), al mismo tiempo que prepara todo su arsenal para promover cacerolazos, bocinazos, “marchas, mentiras y videos” cuando el Gobierno anuncie un (más que necesario) endurecimiento de las restricciones a la movilidad de personas, los políticos, políticas y “periodistas” cipayos y tilingos atacan que el Ejecutivo central no acepte mansamente las condiciones inadmisibles de Pfizer.
MIRÁ DETRÁS DEL TELÓN Y ENTENDERÁS TODO
Antes que nada sería interesante recordar la definición de cipayo y de tilingo. Cipayo, en Argentina, es “un individuo que no defiende a la nación sino que trabaja para los intereses extranjeros” (definicionabc). Tilingo, una persona “insustancial, superficial, ridícula y/o que demuestra poca inteligencia al hablar”.
Ahora bien, si espiamos detrás del telón, entenderemos porqué los cipayos y tilingos se lanzaron con todo a defender los intereses de Pfizer justo cuando el Gobierno argentino retomó las negociaciones.
El laboratorio más grande del mundo, que tiene activos por 170 mil millones de dólares (cuatro veces las reservas del Banco Central de la República Argentina), cuenta entre sus principales accionistas a The Vanguard Group, State Street Corporation, Fidelity, y sí, al gran conocido y “amigo” de la Argentina, el grupo buitre BlackRock.
BlackRock es el fondo de inversión más grande del planeta, con activos que ascienden a 6 billones de dólares. “Si fuese un país, sería el tercero del mundo por tamaño económico, solamente detrás de los Estados Unidos y de China”, explicó el periodista económico David Cufré.
Y ahora viene la explicación del show de Patricia “Messias” Bullrich, de otros políticos de Juntos por el Cambio y de una larga lista de “periodistas”: BlackRock fue uno de los fondos buitre que más Lebac y títulos de deuda compró durante el gobierno de Cambiemos (2015-2019). “Además, su CEO, Larry Fink, tiene relación personal con Mauricio Macri”, añadió Cufré.
Nada es casualidad.
“Hay tremendas oportunidades (de negocios) en el mercado actual (el de la pandemia mundial). En mis 44 años en el mundo de las finanzas nunca experimenté nada como esto. Cuando salgamos de esta crisis, el mundo será diferente” (Larry Fink dixit).
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