La ciudad de La Plata guarda, entre sus tantos secretos, maravillas de la arquitectura que se encuentran ocultas de la mejor manera posible: a la vista de todo el mundo. Están ahí, caminamos decenas de veces delante de ellas, pero nunca nos detenemos a apreciarlas.
Bajo llave, cadenas y candados existe en pleno centro un patio nazarí con una riquísima historia. Fue el mismísimo Dardo Rocha quien lo mandó a construir, en 1889, como un excéntrico regalo para su suegro, y a la vez tío, Diego Pantaleón Arana. Allí permanece, en silencio, en 49 entre 2 y 3.
El lugar es una réplica del famoso Patio de los Leones de la Alhambra. Fue declarado “bien patrimonial del casco fundacional” por parte de la Municipalidad de La Plata en el año 2006. Dos años después, la Cámara de Diputados bonaerense, mediante la Ley Nº 13906, lo incorporó al patrimonio cultural de la provincia al nombrarlo “bien de interés histórico y arquitectónico”. Sin embargo, hace más de diez años se encuentra abandonado, en ruinas, y su futuro es incierto.

Desde la asociación Defendamos La Plata denuncian, hace tiempo, el presente que sufre el patio. “La casa es una joya, pero lamentablemente lleva más de una década abandonada y se está deteriorando bastante. Su propietario era Alberto Belisario Arana, quien murió en 2007. Desde entonces ninguno de los herederos se quiso hacer cargo, y por ende está cerrada desde entonces”, cuentan los miembros de la asamblea.
Luego de intentos de ser ocupada e incluso un principio de incendio provocado por la gente que se metía allí, sus propietarios decidieron tapiar puertas y ventanas laterales, lo que provocó que se concentre aún más la humedad, acelerando el proceso de deterioro. Los mismos miembros de la asamblea apuntan que el patio está construido con columnas de madera y placas de yeso, que se ven muy afectadas por el agua. Además, comentan con preocupación que la claraboya del techo tiene los vidrios rotos, por lo que el agua ingresa desde allí cada vez que llueve.
“Son varias personas que la han heredado y no logran ponerse de acuerdo sobre qué hacer con ella, y ese es el motivo por el cual sigue deshabitada”, concluyen los miembros de la asociación.
Incluso el Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT) fue convocado para colaborar en la delicada situación. Tras un relevamiento en el que se verificaron patologías edilicias del patio, realizaron sugerencias sobre cómo y con qué elementos debía realizarse su recuperación. Aún así, los propietarios se niegan a tomar cartas en el asunto.

El conflicto es visiblemente familiar. Antes de la llegada de la pandemia, un inversionista se encontró muy interesado en comprar la casa con intención de restaurarla y que sea utilizada como centro cultural. Una idea que, a priori, solucionaría los problemas de raíz. Sin embargo, con el trato a punto de cerrarse, un desacuerdo entre los herederos acerca del precio volvió a enfriar la situación. Finalmente, el comprador retiró su oferta.
A pesar de que no puede ser demolido ni intervenido de manera incorrecta debido a su estatus de patrimonio provincial y local, el legendario Patio Nazarí corre un riesgo inmenso: su rápido y sostenido deterioro puede volverse irreversible antes de lo esperado. Resta esperar la buena voluntad de todas las partes implicadas y con responsabilidad para que no se pierda una de las obras históricas que adornan la ciudad.