El film de 1925 El acorazado Potemkin es uno de los clásicos más alados y estudiados de la historia del cine, el director ruso Serguéi Eisenstein creó una obra que sentó las bases del séptimo arte hasta el día de hoy. En aquella película la tripulación de la Armada imperial estalla al recibir carne podrida y con gusanos para alimentarse por parte de sus oficiales. Ese acto de desprecio por la vida lo hemos vuelto a ver en la cinta de la vida real más violenta en un siglo, la pandemia del Coronavirus.
Entre las muchas innovaciones que Serguéi Eisenstein plasmó en la pantalla es la falta de un protagonista individual, los encuadres en todo momento reflejaban la presencia de un personaje principal colectivo. Hoy en día es difícil encontrar eso en el mundo audiovisual, salvo en algunos trabajos del británico Miguel Sapochnik, el cual es un discípulo confeso de los maestros del cine soviético como kuleshov o el propio Eisenstein.
De este modo, nos encontramos un cine que rechazaba los individualismos y nos mostraba a un colectivo en el centro de la escena. Si la pandemia fuese una película claramente a nosotros nos toca ser la tripulación del Potemkin, una víctima colectiva sometida, pero si bien a principios del siglo XX los antagonistas se vestían de uniforme y usaban abultados bigotes, ahora los vemos por redes y televisión.
El 2020 fue un año de angustia y de aferrarse a una única esperanza llamada vacuna, no obstante el consenso por quedarse en casa duró poco más de un mes. Luego comenzó otra batalla, la de un sector que buscaba que la estadística de muertos se quede quieta y otra que pretendía que crezca. Una vez más nuestro pueblo era como aquella tripulación, solo que esta vez los oficiales hablaban en los medios y buscaban convencerlos de que la carne con gusanos era lo mejor para ellos.
Los tiempos que corren son complejos, ya que una sociedad que exaltaba el individualismo más acérrimo se vuelve a encontrar donde es muy poco lo que puede hacer una persona por sí sola, es la comunidad la que debe tomar la delantera para protegerse. Pero ¿qué sucede cuando los poderes reales de una sociedad deciden disparar contra ella?
En una escena del film (una de las más homenajeadas) las fuerzas zaristas abren fuego sobre una multitud apostada en las escaleras del puerto de Odessa (actual Ucrania). Es una violencia que ocurre desde arriba hacia abajo, y al ver el film pareciera no tener límites ni moral alguna, es la muerte misma la que parece atacar al pueblo representado por el gran director en una secuencia de más de 150 planos.
¿No son las operaciones mediáticas un reflejo exacto de lo que aquella mítica escena mostraba? Un poder disparando al pueblo sin ningún tipo de escrúpulos. Primero llamó a las personas a juntarse en masa para contagiarse, y al llegar la tan esperanzadora vacuna comenzaron a decir que no había que vacunarse, no hay una distancia muy grande entre aquellas balas y estas operaciones.
Dejando las metáforas de lado, la concentración mediática nos ha llevado a esto, que manejen un poder lo suficientemente grande como para convencer a mucha gente de dejarse morir. La comunidad que somos se representa en este gobierno que desplazó al brazo político del poder real, económico y mediático el cual ha hecho mucho para salvar vidas, pero se debe decir que no lo suficiente.
Estos tiempos requieren fortaleza y la decisión de utilizarla, los medios y el poder real están jugando sin reglas y su objetivo es la vida misma, ganar una elección inflando el número de muertes, el tiempo del diálogo terminó. No llamo a una respuesta violenta, pero el Estado es la institución donde la comunidad delega su representación, y hoy esta se ve atacada. Los medios públicos deben hacer mucho más que usar barbijos en cámara.
Por otra parte, es notorio que ante una embestida mediática contra la población no se usen las herramientas estatales para contrarrestar, como se hizo en otros tiempos. Nuestro pueblo ha construido la suficiente conciencia para no dejarse envenenar, pero aún hay muchos que creen al pie de la letra lo que periodistas y líderes de opinión marcan como verdades absolutas.
Aquella película de 1925 mostraba a la heroica tripulación levantarse cuando lo que le vendían era carne con gusanos, y hoy nosotros somos una tripulación en un barco en medio de la tempestad. Todos debemos hacer el esfuerzo de cuidarnos como la comunidad que somos, la cuarentena es la única salida hasta que las vacunas puedan llegar a toda la población, pero hasta entonces será el pueblo quien salvará al pueblo en esta hora, y será deber de la historia juzgar a quienes le vendieron carne podrida a su tripulación.